La descentralización educativa: ventajas y desventajas
En España contamos con un sistema educativo establecido de tal manera que la autonomía para planificar el currículo y organizar las demás competencias reside tanto en el Estado, como en las Comunidades Autónomas, las entidades locales y los centros educativos. Hoy vamos a reflexionar sobre las ventajas y desventajas que esta descentralización implica.
Ventajas
En
primer lugar, al igual que en otros aspectos de la administración, la descentralización
permite que se acerque la administración a los ciudadanos, con lo que la toma
de decisiones se produce más cerca de los ciudadanos, que en última instancia
son los receptores y beneficiaros de las decisiones que se tomen con respecto
al sistema educativo.
Además, se contextualiza la educación en las características propias de la comunidad que sea: en una geografía y entorno determinados y considerando aspectos como la lengua cooficial de algunas de las comunidades. La educación global que pudiera diseñarse centralizadamente en la capital de un país no tendría tanto en cuenta esas características propias de cada región. Eso se refleja en el currículo. La LOE (artículo 6 bis) establece en España que el 100% del currículo que se da en una asignatura de Educación Infantil, Formación Profesional, enseñanzas deportivas y de idiomas en una determinada comunidad autónoma se distribuye de la siguiente manera: el 65% corresponde con las enseñanzas mínimas, que las fija el estado y son un tronco común para todas las comunidades, y el 35% restante lo diseña cada comunidad autónoma, en el que se incluyen aspectos propios de esa comunidad. Por ejemplo, en Cantabria en la asignatura de Educación Física se puede incluir el bolo cántabro. Asimismo, en las comunidades autónomas en las que hay una lengua cooficial, el tronco común se reduce en un 10%, por lo que la comunidad autónoma tiene un 45%. En enseñanza primaria, secundaria y de bachillerato, la ley establece una diferencia entre asignaturas troncales, competencia del estado; asignaturas específicas, responsabilidad compartida entre estado y comunidad autónoma; y asignaturas de libre configuración autonómica. De esas asignaturas troncales, el estado establece que el horario lectivo mínimo será del 50%, pudiendo la Administración de cada comunidad autónoma ampliarlo si lo considera necesario, pero nunca podrá ser inferior.
Por otra parte, los problemas de una comunidad autónoma se conocen mejor desde esa comunidad autónoma, es decir, no es lo mismo diseñar políticas estatales en Madrid, que se tienen que cumplir en todo el territorio obligatoriamente, a la situación que tenemos en la actualidad. La población está más cerca del organismo competente, por lo que, si está desconforme con alguna cuestión, es más fácil protestar al respecto. Esas protestas ejercen una presión, lo que implica que se invierta más dinero y haya más dotaciones, porque si no se atiende bien a las demandas de la población, habrá más protestas y presiones. Esto está relacionado con el hecho de que desde la capital de cada comunidad autónoma se conocen mejor los problemas que allí ocurren, se conocen mejor las ratios que hacen falta, la proporción profesor-alumno, dónde hacen falta más o menos profesores, o qué características tienen zonas determinadas. Por ejemplo, un aspecto muy importante es el de la realidad rural, y es que la capital del país no va a considerar la planificación de la educación de un pueblo pequeño de una comunidad autónoma, pero la capital de la comunidad autónoma sí. Todo esto supone mayor inversión porque cuando hay un profesor que falta y el sustituto no llega o si algunas instalaciones están defectuosas, los padres pueden ir a protestar. Por eso hay que invertir más y eso supone una mejora del sistema educativo en todo caso.
La
más evidente creo que es la falta de unidad. El estado fija las asignaturas
troncales, que son comunes a todo el territorio, y las comunidades autónomas
fijan el resto. Esto conlleva a que los contenidos que se ven en cada comunidad
autónoma pueden ser diferentes de los que se ven en otra. Asimismo, los libros
de texto y materiales empleados en la enseñanza podrían servir como una
herramienta de manipulación y adoctrinamiento del alumnado.
Otra desventaja que ha sido consecuencia del coronavirus se encuentra en la forma de titular. Hasta ahora la titulación—ya sea de secundaria, bachiller, formación profesional, EOI o enseñanzas artísticas—siempre ha sido competencia exclusiva del estado para garantizar la igualdad de condiciones en el acceso a títulos desde todos los territorios que componen el país. Esto está así establecido para que haya equidad en las condiciones para obtener el título, y, por tanto, facilitar la movilidad de los alumnos a través del territorio, que en numerosas ocasiones deben trasladarse a otra comunidad por razones laborales de sus progenitores. El estado tiene que fijar unas condiciones de titularidad iguales en todas las comunidades autónomas para que haya una equivalencia al trasladarse de una comunidad a otra y así evitar que en un lugar sea más fácil o más difícil que en otro. Ahora bien, a raíz de la pandemia actual, el estado ha dispuesto en el Real Decreto-ley del pasado 29 de septiembre una flexibilización de los criterios de titulación para que no sea tan difícil titular en un escenario donde no está tan claro que el profesor pueda ayudar al alumno sistemáticamente todos los días—no todos los estudiantes tienen los mismos recursos para aprender de forma no presencial. Por eso, se transfieren a las comunidades autónomas tanto los criterios de evaluación, como de promoción y, por ende, de obtención del título, que antes eran potestad del estado. Esto supone que un alumno pueda titular de una manera distinta a uno de otra comunidad, causando diferencias territoriales a la hora de obtener un título.
Una
última desventaja que me gustaría mencionar es el tema de la EBAU, que es
competencia del estado—del Ministerio de Educación—junto con las universidades.
Las cuestiones básicas como los criterios y estándares de aprendizaje, las
materias, la evaluación y las fases son comunes a todo el territorio, pero el
examen en sí varía de una comunidad autónoma a otra. Esto hace que la
dificultad del mismo también sea diferente y de ahí que no todos los
estudiantes estén en las mismas condiciones en el acceso a las carreras
universitarias, con lo que sería recomendable establecer un mismo examen en
todo el territorio, como vimos en uno de los artículos sobre la educación en Castilla y León de una entrada anterior.
La descentralización nos llevaría a hablar de la enseñanza en casa, ya que podríamos considerarla el máximo exponente de la descentralización en términos de educación. Este sistema también tiene puntos fuertes y puntos débiles, que hemos podido ver en este vídeo.
Entre
las ventajas podemos destacar que el docente conoce mejor al alumno y, por
consiguiente, puede hacer frente a las necesidades educativas individualizadas.
Además, el alumno puede aprender las materias que quiera y se pierde menos
tiempo al no tener que acudir a un centro. De igual manera, el alumno aprende a
ser más autónomo, desarrolla su independencia y se vuelve más maduro al tener
que gestionar él su propio proceso de aprendizaje.
En
cuanto a las desventajas, la que para mí es más evidente es el hecho de no
tener un título homologado que te dé acceso a estudios superiores, como podría
ser una carrera universitaria. Igual de importante es que el alumno no
socializa tanto como podría hacerlo en un centro educativo convencional.
Además, no hay ningún tipo de ley o norma que regule las condiciones de este
sistema. Como consecuencia de todo esto, los jóvenes que se educan en casa
reciben una serie de contenidos que no necesariamente se corresponden con lo
que estudiarían en el colegio o instituto, lo que al final podría considerarse
como una forma de segregación social.
En cualquier caso, en mi opinión, esta forma de educación es igual de válida que la normativa. Creo que, si unos padres tienen los recursos económicos y el nivel cultural para educar a sus hijos en casa, y en su vida se dan una serie de circunstancias por las que necesiten recurrir a este tipo de enseñanza, deberían tener el derecho a hacerlo. Me parece que el hecho de que te eduquen en casa no implica que recibas una enseñanza mejor que si fueses a la escuela como para afirmar que no es justo que haya familias que hagan esto. Me pongo en la situación de niños, por ejemplo, autistas o que sufran agorafobia y creo que este sistema de educación podría ser muy útil en estas situaciones. Ambos sistemas tienen sus pros y sus contras, y, aunque yo personalmente creo que es mejor ir a la escuela, reconozco que la educación en casa tiene sus ventajas y puede ser adecuado en ciertos contextos, sobre todo en esta situación que estamos viviendo actualmente que indirectamente está fomentando la enseñanza online.
¿A
vosotros qué os parece? ¿Alguna vez habíais reflexionado sobre este tema?
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