La participación escolar de los alumnos
¡Feliz fin de semana! El día de
hoy vamos a hablar de la participación escolar, esa gran desconocida.
¿Que por qué digo que es una gran
desconocida? Mira, tú acuérdate de cuando estabas en primero de la ESO y llegó
el día en que tuvisteis que elegir al delegado de clase. ¿A que siempre salía
el compañero graciosillo? ¿O “el más tonto de la clase”? Y si no fue en primero
de la ESO seguro que en algún curso te pasó, vamos que sabes por dónde voy.
Me voy a centrar concretamente en la participación del alumnado, porque puedo opinar desde mi propia experiencia y la de la mayor parte de mis amigos. Creo que es fundamental que los estudiantes sepan las posibilidades que tienen de participar en la vida escolar más allá de meramente acudir a clase, y que sean conscientes de las implicaciones y repercusiones positivas que pueden sacar de ello. Aun así, no solo el deseo de participar activamente en la vida de la escuela hace que esto se consiga fácilmente, sino que es necesario que los alumnos conozcan los diferentes métodos y recursos que tienen para hacerlo. Para ello, yo plantearía tres propuestas.
Primero, creo que habría que dar
a los alumnos una serie de tutorías con respecto a los distintos organismos de
alumnos que pueden ser partícipes de la gestión del centro, ya sea la junta de
delegados, la comisión permanente de alumnos u otras asociaciones de alumnos.
En estas tutorías se podrían incluir actividades en las que se planteen casos
prácticos y se expliquen diferentes maneras de actuación. También se podría
aportar a los alumnos las herramientas necesarias para saber las
características que tiene que tener un buen representante. Así, los estudiantes
podrían empezar a familiarizarse con la representación estudiantil y a conocer
realmente la influencia que ellos mismos pueden tener para mejorar la actividad
del centro, de modo que, a la hora de elegir el delegado de clase, la decisión
sea consciente y razonada.
Segundo, la existencia de una
asignatura de debate en la que se enseñe a los estudiantes a desarrollar la
expresión oral y el pensamiento crítico para que aprendan a debatir de manera
fundamentada sobre diversos temas. Para ello, sería necesario proveerles de una
enseñanza de oratoria y comunicación efectiva, con lo que mejorarían su
destreza a la hora de hablar en público. Creo que, si los estudiantes
recibiesen este tipo de formación, se sentirían más capacitados para formar
parte de la labor educativa de los centros, para expresar las propuestas,
sugerencias y reclamaciones pertinentes, y para saber cómo actuar y mediar ante
los posibles problemas que puedan surgir.
Tercero, fomentar la buena
relación entre el profesorado y el alumnado, para que estos últimos se sientan
más motivados y tengan más seguridad a la hora de participar en la vida escolar
y extraescolar, y de organizar diferentes actividades en cooperación con el
resto de miembros de la comunidad educativa.
En mi opinión, todo esto funciona a modo de entrenamiento para la vida real fuera de la escuela. Al final, uno de los objetivos primordiales de cualquier centro educativo es enseñar al alumno a ser un ciudadano de la sociedad. El estudiante es a la escuela lo que el ciudadano es a la sociedad, con lo que esta formación que el alumnado recibiría para ser partícipe de la labor del centro es una formación cívica con la que va a adquirir las destrezas y habilidades necesarias para vivir en sociedad.
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